En España se han utilizado diferentes documentos para acreditar la identidad personal, especialmente en los siglos XIX y XX. El actual Documento Nacional de Identidad fue creado por Decreto de 2 de marzo de 1944, sustituyendo a las cédulas personales que portaban los españoles desde el año 1874. Estas cédulas, que tenían la consideración de impuesto, habían sustituido a su vez a las cédulas de empadronamiento, vigentes entre 1870 y 1874, y a las cédulas de vecindad, establecidas entre 1854 y 1870.
Con anterioridad, las personas que querían viajar por el territorio nacional debían ir acreditadas con un “pasaporte para lo interior” que era expedido por diferentes autoridades, entre las que se encontraban los alcaldes. La solicitud de pasaporte, tras acreditar determinadas condiciones, obligaba a su portador a mostrarlo siempre que le fuera solicitado, a presentarlo, para su refrendo o visado, ante los ayuntamientos de las poblaciones en donde pernoctara, y a entregarlo, una vez llegado a la localidad de destino, a la autoridad correspondiente, pues el pasaporte tenía una validez limitada.
Los orígenes de estos documentos se remontan posiblemente al siglo XVI, aunque hasta el siglo XVIII no existe una normativa clara sobre su cumplimentación. Dejarán de redactarse con la puesta en vigor del Real Decreto de 15 de febrero de 1854 por el que se crearon las cédulas de vecindad. En el contenido de cualquier pasaporte puede encontrase el nombre y cargo de la autoridad que expide el documento; el nombre, profesión y vecindad del portador, el objeto del viaje, señas personales y tiempo de concesión; el lugar y la fecha de expedición, y de los refrendos, y las firmas de los intervinientes. Las autoridades que expedían esos documentos, o los refrendaban en sus reversos, lo hacían utilizando, además de su firma y cargo, el sello entintado o impreso que identificaba la institución que representaban.
Miles de estos documentos fueron entregados por sus portadores en las localidades de destino, una vez concluido su viaje, especialmente en la primera mitad del siglo XIX. Esas personas podían proceder de cualquier lugar de España o del extranjero, y su viaje, incluyendo tanto su recorrido como duración, quedaba muy bien reflejado en los refrendos que figuran generalmente en los reversos de estos pasaportes.
La ciudad de Toledo es muy privilegiada al disponer de pasaportes procedentes de casi toda España en el periodo mencionado. Por ello, nos hemos decidido a realizar esta exposición virtual en la que incluimos ejemplos de esos pasaportes y centenares de sellos, tanto impresos como entintados y de diferentes tamaños y colores, utilizados por las distintas autoridades encargadas de su expedición o de su refrendo. El trabajo de localización, identificación y digitalización ha sido realizado por Vicenta Camacho Escanciano, Victoria García Fernández, Sonia Gómez Márquez y Carlos Magariños Laguía, alumnos del Master Universitario en Patrimonio Histórico promovido por la Facultad de Humanidades de Toledo, a quienes agradecemos su entusiasmo y profesionalidad.
Mariano García Ruipérez
Archivo Municipal de Toledo