Gabriel Melitón Baños Sánchez (1848-1923) fue un afamado profesor de música toledano fallecido el 25 de marzo de 1923 a la edad de 75 años. Es autor de diferentes partituras y obras musicales publicadas entre 1870 y 1886 (jotas, habaneras, ofertorio para órganos…) de entre las que destaca su Gramática musical razonada dispuesta en cuatro lecciones o sea Nuevo tratado teórico-práctico de solfeo (Toledo: Imprenta y Librería de Fando y Hermando, 1886), de la que editó ese mismo año un Suplemento. Su actividad docente la inició primero en Madrid, en el Colegio de Nuestra Señora de la Presentación (vulgo de Leganés) que atendía a niñas huérfanas. Pero tenemos constancia de su participación en conciertos ya en 1867, al figurar en las crónicas como pianista del Centro de Artistas e Industriales de Toledo.
Contrajo nupcias en 1876 con Isabel Moreno Sánchez y fruto de esta unión nació su hija Carmen Baños Moreno el 26 de diciembre de 1877. A los quince días Melitón quedó viudo y, posiblemente, este sería el motivo de volver a Toledo en donde abrió un estudio para la enseñanza musical en torno a 1880. Pocos años después fue nombrado director de la Academia Musical creada por la Sociedad Económica de Amigos del País de Toledo y también dirigió una Sociedad artístico-musical con las que participó activamente en diferentes veladas literario-musicales en el Teatro de Rojas a lo largo de su vida. Según nos indica Lorenzo Andrinal Román, Gabriel Melitón Baños desempeño también el cargo de director de la Escuela de Música creada por el cardenal Sancha, aunque esto no lo hemos podido contrastar.
En 1897, al valorar una de sus actuaciones, se indicaba en la prensa que “descuella el incansable maestro D. Melitón Baños, que es una especie de creador artístico. Coge barro lírico, sopla y sale un tenor; vuelve a soplar y sale una tiple; da otro soplido y sale el coro; sopla fuerte y sale una ópera perfectamente cantada y artísticamente puesta en escena…”.
Si nos hemos referido brevemente a Gabriel Melitón Baños es para entender el recordatorio que mandó imprimir en homenaje a su hija Carmencita que ha sido donado recientemente al Archivo Municipal por sus descendientes Rafael Arranz Baños y María Mercedes Molinero Sánchez, a los que agradecemos su generosidad.
Sabemos que Melitón educó a su hija Carmencita en Toledo y que ésta muy pronto destacó por sus notables habilidades musicales pero la muerte le sorprendió con tan solo once años de edad, el día 23 de julio de 1889. José María Ovejero, director de Toledo. Publicación Quincenal Ilustrada realizó en ella una breve reseña necrológica pocos días después de ocurrido el óbito. Su cadáver debió ser inhumado en el cementerio municipal de la Vega Baja que sería clausurado unos años después (y del que ofrecemos varias fotografías). Inaugurado el actual en 1893, muchos toledanos trasladaron los restos de sus familiares a este en un proceso que se alargó durante años. Lo cierto es que Melitón adquirió terrenos a perpetuidad en él, en 1897, para construir un panteón, del que solicitó licencia de obra a principios de 1898 siguiendo los planos redactados por el arquitecto Juan García Ramírez, que hemos querido reproducir aquí. A finales de diciembre de 1906 realizó una nueva petición para ampliar el terreno adquirido. Entendemos que debió ser por entonces, a partir de 1906, cuando mandó imprimir el pequeño folleto intitulado “In memoriam” en recuerdo de su hija Carmencita. Su formato y contenido tan inusual se aleja de las habituales esquelas y de las necrológicas periodísticas. El mausoleo, con capacidad para cuatro sepulturas y en donde está enterrado el propio Melitón, destaca en el cementerio por la inscripción que recorre el obelisco, a manera de cruz, y en el que se puede leer de arriba abajo “A la niña Carmen Baños y Moreno su padre G.M.B.”. Los cipreses que escoltan el mausoleo reflejan el imparable paso del tiempo pues fueron plantados hace más de 100 años.
Melitón se casó en segundas nupcias con Vicenta Gutiérrez y tuvieron varios hijos disfrutando siempre de una posición acomodada. Su último domicilio conocido en Toledo se encontraba en el número 20 de la calle Navarro Ledesma. Con la construcción del monolito y la publicación del “In memoriam” quiso perpetuar el amor a su hija. Con este texto hemos querido revivir su deseo.