Dieciséis refugiados de diferentes nacionalidades y ámbitos del conocimiento colaboraron codo con codo con brasileños y trabajaron como monitores del Festival Path, mostrando al público sus talentos artísticos y profesionales.
El fin de semana pasado tuvo lugar en São Paulo la V edición del Festival Path, el mayor evento sobre innovación y creatividad de América Latina, con una importante novedad: Dieciséis personas refugiadas en Brasil, procedentes de países como Siria, Colombia, Camerún y Malí, trabajaron junto con los brasileños y tuvieron la oportunidad de intercambiar experiencias y establecer contactos profesionales.
La diversidad de nacionalidades también reflejó la riqueza del networking que tuvo lugar entre los refugiados y los asistentes al festival. Muchos microemprendedores se mostraron interesados en dar oportunidades a los refugiados para que accedieran al mercado de trabajo, convencidos de que tienen mucho que aportar al desarrollo de las empresas.
Este fue el caso de Renata Gomes, directora de márketing y encargada cultural de Expomusic, que acudió al evento y se quedó maravillada con la actuación de Leonardo Matumona e Hidras Tuala, músicos refugiados de la República Democrática del Congo que llevaron a cabo una presentación durante el festival.
“Me contaron que formaban parte de un trío de cantantes llamado “Los escogidos”. Me encantó su actuación y la técnica que pusieron en escena. Ya me he puesto en contacto con un productor musical para que los conozca y piense en el futuro profesional de estos chicos”, nos contó Renata.
Matumona, uno de los integrantes del grupo, tiene 21 años y hace cinco que vive en Brasil. Llegó como menor no acompañado y conoció a los demás miembros del trío en una iglesia de São Paulo en la que todos cantaban en un coro.
“Teníamos timbres de voz similares y eso nos acercó. Formamos un trío para intentar recordar nuestras historias y las músicas de nuestros ancestros y darles vida. Nuestras canciones son composiciones propias que reflejan el contexto del desplazamiento forzado pero, por encima de todo, la búsqueda de la paz y la felicidad”.
Al preguntarle sobre sus planes de futuro, nos cuenta cuál es su gran sueño: “conseguir el reconocimiento necesario de nuestro trabajo artístico y poder vivir de la música, que es lo que nos gusta hacer”.
Los sueños de otros refugiados también pasan por recuperar en Brasil los trabajos que desempeñaban en sus países de origen. Cristiano, colombiano de 40 años, era empresario en el Estado de Nariño, en su país. Vendía maderas finas a Europa, Asia y las Américas.
Tiene formación en administración y un posgrado en comercio exterior. Vive en Brasil con su esposa y sus dos hijas desde hace poco más de dos años tras haber sido secuestrado y amenazado por un grupo armado en su país.
“Quiero construir mi vida en Brasil junto con mi familia. Aquí se vive con paz y tranquilidad, lo contrario del lugar del que me vi obligado a huir. Ahora ya me siento un brasileño con sangre colombiana y pretendo acceder a recursos para emprender. Mientras lo consigo, estoy dando clases de español”, nos cuenta.
El Festival Path hizo posible que se establecieran estos y otros muchos contactos entre refugiados y brasileños. A la monitora brasileña Manuela Pimental, que trabajó organizando la celebración de las charlas en uno de los auditorios del festival, le pareció “maravilloso trabajar con estas personas, conocer sus historias, sus conquistas y sus conocimientos. Tener al lado a unas personas a las que hasta entonces solo conocía por las noticias me hace admirarlos aún más. Son muy alegres, trabajadores y atentos, y tienen muchísimo interés por aprender”.
En opinión de Rafael Vettori, responsable de la organización del Festival Path, no existe innovación sin diversidad. “El Path, en tanto que festival de innovación y creatividad, siempre ha tenido las puertas abiertas a todo el mundo. En el caso de la contratación de refugiados en la edición de 2017, nuestra intención fue promover la convivencia y su aceptación entre los brasileños. A pesar de cuánto se habla de ellos en los medios, siguen siendo invisibles para muchos paulistas. Por eso quisimos acercarlos a nuestro público y mostrar sus cualidades y sus vocaciones”, nos cuenta.
Los refugiados que participaron en el evento fueron seleccionados por el Programa de Apoyo para la Recolocación de Refugiados (PARR), iniciativa social de la empresa EMDOC, consultora jurídica especializada en inmigración y expatriados que cuenta con el apoyo del ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados) y de Cáritas Archidiocesana de São Paulo. Además de los 16 refugiados que acudieron al Festival Path, el PARR dispone de los currículos de más de 1.600 refugiados y cuenta con cerca de 200 empresas asociadas.
Durante el festival se distribuyeron los currículos de los refugiados participantes. Los esfuerzos promovidos entre el ACNUR, el PARR y los organizadores del Path pretenden encontrar soluciones a largo plazo que busquen la protección y el bienestar de las personas refugiadas que viven en el país, así como brindarles oportunidades de empleo digno.
Por Miguel Pachioni, de São Paulo.
Gracias al Voluntario en Línea Jaime Guitart Vilches por el apoyo ofrecido con la traducción del portugués de este texto.
Fuente: http://www.acnur.org