El brote de cólera en Yemen es un ejemplo más del colapso que vive el sistema sanitario de este país. Los niños sufren las consecuencias.
Un grupo de padres preocupados espera fuera de la concurrida sala de urgencias pediátricas en el hospital Ma’abar, 100 kilómetros al sur de Saná, la capital de Yemen. Desamparados y sin saber cómo salvar a sus hijos enfermos, miran con expectación a los pocos médicos y enfermeras de guardia, que entran y salen apresuradamente de la sala, con sus uniformes y mascarillas.
Un estrecho pasillo conduce a la sala de neonatología, donde los bebés descansan en incubadoras; algunos por nacer prematuros, otros por haber sufrido complicaciones médicas. Estos niños y niñas son afortunados al poder recibir tratamiento. Solo hay 10 incubadoras en funcionamiento en toda la región.
En la entrada de la sala nos encontramos a un padre discutiendo con el pediatra. Agotado y sin dinero para asumir los costes del tratamiento de Reem, su hija de 4 meses que padece una afección respiratoria, Akram Alnageel quiere llevarse a la niña de vuelta a su aldea.
Reem ha estado en la incubadora los últimos 25 días, pero no es la primera vez que ingresa en el hospital. Ha venido ya 3 veces desde que nació. El débil y frágil organismo de la pequeña está sufriendo y, si no es tratada adecuadamente, podría desarrollar una neumonía. Los doctores temen que si le dan de alta, el largo camino de regreso a casa pueda ser demasiado duro para ella.
En Yemen los padres no pueden pagar el tratamiento
“Estoy cansado, la madre de Reem está agotada y no podemos pagar estas facturas”, dice Akram. “Aceptamos todo lo que nos esté destinado. Aceptamos la muerte”, dice con los hombros caídos y la mirada perdida, como si estuviera resignado a la suerte que les está reservada a él y a su hija.
El pediatra que trata de convencer a Akram de quedarse es el doctor Ghaylan AbuGhanem. “Hay muchos padres como Akram que se ven obligados a sacar del hospital a sus hijos gravemente enfermos porque no pueden pagar el tratamiento o simplemente porque el coste del transporte hasta el hospital es muy alto”, dice. “Me encuentro con padres así todos los días. He tenido que dejar ir a niños sabiendo que ni siquiera llegarán a sus casas. Trato de convencerlos, pero no puedo obligarlos”.
Reem ha tenido suerte. El doctor Ghaylan ha conseguido convencer a Akram de que deje a su hija en el hospital, al menos por ahora. Según el doctor, la tasa de mortalidad infantil en el distrito de Ma’aber es alta. Calcula que 2 de cada 10 niños que son admitidos en el hospital mueren. El médico explica que el hospital está lejos de muchos distritos y que los padres solo traen a sus hijos cuando la situación del niño ya es complicada y, a menudo, cuando ya es demasiado tarde. La situación es similar en todas las regiones de Yemen.
Con más del 50% de los centros de salud sin funcionar al cien por cien debido al conflicto, el sistema de salud pende de un hilo. Los centros que funcionan, como este hospital, están abarrotados y no pueden asumir el creciente número de pacientes. Por si fuera poco, los médicos llevan meses sin cobrar sus salarios. El doctor Ghalyan nos dice que muchos profesionales han dejado el hospital para trabajar en hospitales privados en otras ciudades o han abandonado el país en busca de una vida mejor. Algunos de sus conocidos han perdido la vida en el camino.
Niños de Yemen: caos en los hospitales
En Saná, Al-Thawrah es uno de los hospitales de referencia. La gente de todo el país viene hasta aquí desesperada para recibir tratamiento o esperando que sus seres queridos sobrevivan. Pero este hospital se enfrenta a los mismos retos.
“Siento que soy parte de la muerte de los pacientes cada vez que los admito. ¿Cómo voy a atenderlos? No tengo medicinas, ni suministros, ni personal. Incluso las máquinas que tenemos no funcionan”, dice el doctor Eman Alsheree, ginecólogo del hospital. “Solo aceptamos complicaciones muy graves, cuando las embarazadas o madres están al borde de la muerte. He visto a mujeres dar a luz a sus bebés en el camino, en un coche o en las calles. No hay manera de que yo pueda proporcionarles tratamiento”.
En la sala de urgencias pediátricas los niños están distribuidos a lo largo de una sala abierta y sin esterilizar. Los acompañantes se amontonan a sus lados. Los niños y niñas admitidos aquí sufren todo tipo de enfermedades, la mayoría de ellas graves. Vemos a una madre que está pidiendo dinero a otras familias en la habitación. Su hijo está en una fase crítica y necesita un medicamento específico que solo se puede adquirir en una farmacia y a un precio que no se puede permitir.
Niños de Yemen: el peor desastre humanitario
Las historias son inagotables, el sufrimiento no tiene comparación. Ya sean los niños que mueren por enfermedades prevenibles, como las embarazadas que mueren en las puertas de los hospitales. Yemen está sufriendo el peor desastre humanitario de su historia moderna. Los niños, los más vulnerables, son las principales víctimas. Están pagando el coste de un conflicto que no han creado.
En 2015, más de 10.000 niños murieron por causas evitables debido a un sistema sanitario que se desmorona. En UNICEF calculamos que estas cifras se mantendrán en los próximos años. Y los niños que sobrevivan serán más propensos a la desnutrición mientras la hambruna siga amenazando el país.
La escasez de agua potable y medicinas en Yemen es brutal, lo que agrava el actual brote de cólera y de diarrea acuosa aguda. Ahora mismo, más de 24 millones de personas están en peligro. Estamos trabajando con otras organizaciones para aumentar la respuesta en salud, agua, saneamiento y sensibilización en los próximos meses y así lograr controlar el brote.
De regreso a la habitación en la planta de pediatría del hospital de Al-Thawrah, la madre que pedía desesperadamente dinero para salvar a su hijo ha conseguido una donación de una persona anónima. Ahora tiene dinero suficiente para comprarle a su hijo la medicina que salvará su vida. Siente un alivio enorme, pero muchas otras madres no han tenido tanta suerte.
Fuente: https://www.unicef.es