Imágenes de satélite, vídeos, fotos y decenas de testimonios recabados por Amnistía Internacional muestran que la población civil se vio forzada a huir de sus casas tras el estallido de intensos enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales iraquíes, apoyadas por las Unidades de Movilización Popular, y las fuerzas armadas kurdas (peshmerga) en la multiétnica ciudad iraquí de Tuz Khurmatu el 16 de octubre de 2017.
Según algunas personas residentes, al menos 11 civiles murieron en los ataques indiscriminados y cientos de propiedades fueron saqueadas, incendiadas y destruidas en lo que parece un ataque dirigido contra zonas predominantemente kurdas de la ciudad.
“En cuestión de horas, quedaron devastadas las vidas de innumerables hombres, mujeres, niños y niñas en Tuz Khurmatu. Miles de personas han perdido sus casas, sus comercios y todo lo que tenían. Ahora están dispersas en campamentos, pueblos y ciudades de las proximidades, preguntándose si podrán regresar algún día”, ha afirmado Lynn Maalouf, directora de Investigación de Amnistía Internacional para Oriente Medio.
“Las autoridades iraquíes ya han declarado que no tolerarían ataques contra la población civil y que exigirán responsabilidades a los perpetradores. Ahora deben pasar a los hechos y abrir sin demora investigaciones imparciales sobre estas violaciones de derechos humanos. Las víctimas deben recibir una reparación completa y los responsables han de responder de sus actos.”
Entre el 18 y el 23 de octubre, Amnistía Internacional ha entrevistado a 42 personas residentes de Tuz Khurmatu desplazadas, ha analizado imágenes de satélite de la ciudad y analizado y autenticado fotos y vídeos facilitados por residentes en los que se muestran daños en viviendas y otros bienes civiles causados por incendios provocados y saqueos.
Algunos residentes de Tuz Khurmatu contaron a Amnistía Internacional que estallaron intensos enfrentamientos tras la medianoche del 16 de octubre. La mayoría de las personas civiles entrevistadas dijeron que habían huido de la ciudad entre las 2 y las 6 de la mañana como consecuencia de los combates. La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para el Iraq (UNAMI) ha informado a Amnistía Internacional de que desde el 16 de octubre, casi 35.000 civiles han huido de Tuz Khurmatu.
“Hameed”, un hombre de 68 años, dijo a Amnistía Internacional que el 19 de octubre se desplazó desde Zinana, el pueblo al que había huido el 16 de octubre, a Tuz Khurmatu para ver su casa, situada cerca de la mezquita de Sitar, en el barrio de Al Jumhuriya. Cuenta así lo que vio:
“Cuando llegué a mi casa, vi que la puerta estaba rota y que el televisor y la nevera estaban quemados […] Cuando entré me di cuenta de que la casa seguía ardiendo […] Fuimos a la habitación de mi hijo y era como estar dentro de una olla a presión. Me caí por el golpe de calor y casi me desmayé. Mi casa era preciosa, tenía dos plantas. Me encantaba esa casa. Seguí tratando de apagar el fuego, pero al final mi sobrino dijo: ‘Tío, tenemos que irnos; esto no es seguro’”.
“Sangar” volvió brevemente a la ciudad para ver su casa. Contó a Amnistía Internacional: “Fui con cautela por la ciudad, tratando de no ver a nadie […] El mercado de Al Jumhuriya estaba totalmente quemado. Y vi algunas casas que habían explotado. Se habían hundido totalmente. Mi casa se había quemado también […] Parecía que se había quemado el 90% de los edificios de Al Jumhuriya”.
Algunos testigos dijeron que habían recibido mensajes o llamadas de amenaza de sus vecinos turcomanos. Quienes habían regresado brevemente a la ciudad informaron de que habían visto enormes daños en las casas de Al Jumhuriya y Hai Jamila, barrios ambos de mayoría kurda. Amnistía Internacional ha autenticado fotos y vídeos que ha recibido de testigos y que muestran los daños causados a viviendas y bienes civiles por el saqueo y los incendios provocados en Tuz Khurmatu.
Residentes que siguen en la ciudad, así como otras personas que huyeron y luego han tratado de regresar, han contado que las fuerzas gubernamentales iraquíes, así como miembros de las Unidades de Movilización Popular (PMU), combatientes turcomanos y civiles turcomanos, participaron en incendios provocados, saqueos y derribos de casas civiles generalizados.
“No puedo describir lo que he visto. Hay tanta destrucción; no puedes imaginar siquiera que esto era una ciudad.” Zargos.
Incendios, saqueos y derribos de casas
Según “Sarhang”, que se quedó en Al Jumhuriya hasta las 6 de la tarde del 16 de octubre: “Había más de 100 personas recorriendo el barrio en motocicletas […] Conocían las casas [y entraban en ellas] una a una. Se llevaban todo lo valioso o que valiera algo. Después prendían fuego a una manta y la arrojaban dentro de la casa. [Entonces] se enciende el fuego y se incendia toda la casa. Dejan que se queme. Vi camiones y camionetas [conducidas por] las PMU y por turcomanos. Los turcomanos son PMU de todos modos. Se llevaban encimeras de cocinas, neveras, estufas; todo lo que podían”.
Los residentes también mencionaron los antecedentes de enfrentamientos y ataques de venganza entre residentes kurdos y turcomanos chiíes de Tuz Khurmatu. En un escalofriante ejemplo de la tensión entre los dos grupos, “Sherine”, residente del barrio de Al Jumhuriya, contó a Amnistía Internacional que el 15 de octubre, su vecina turcomana la vio comprando unos platos y cazuelas en el mercado y le dijo: “Sigue comprando. Quiero que los kurdos compren cosas porque al final las dejarán para mí”.
Ataques indiscriminados
Los residentes de Tuz Khurmatu informaron de que entre las armas empleadas en la ciudad, densamente poblada, había morteros, granadas propulsadas por cohetes, ametralladoras pesadas DShk y fusiles de asalto Kalashnikov. Las personas civiles entrevistadas por Amnistía Internacional no pudieron determinar si los ataques que sufrieron eran atribuibles a fuerzas kurdas o a fuerzas gubernamentales iraquíes; sin embargo, en varios de los casos documentados por Amnistía Internacional, el fuego indiscriminado había sido dirigido contra las multitudes de residentes kurdos que huían de la ciudad.
Según “Sherine”:
“Una [bomba de mortero] cayó muy cerca de nuestra puerta principal. Serían las 2 de la mañana y estaba muy oscuro. Los niños empezaron a gritar y yo también grité. No me llevé nada. Sigo llevando el mismo vestido que llevaba esa noche. Está muy sucio, pero ¿qué puedo hacer? No sé ni cómo conseguí meter a los niños en el coche. Todo el mundo estaba en la calle. La gente corría y estaba en sus coches. Todo estaba lleno de polvo. Las bombas de mortero seguían llegando. Oímos que las fuerzas peshmerga estaban huyendo y eso nos asustó de verdad. Condujimos en la oscuridad y no paramos hasta Qala Dawoodi [pueblo situado a unos 12 km de Tuz Khurmatu]. Dormimos afuera hasta que amaneció”.
“Sherine” dijo a Amnistía Internacional que no hay instalaciones militares cerca de su casa.
“Soran”, un joven de 18 años de Hai Jamila, contó a Amnistía Internacional:
“Una bomba de mortero cayó cerca de mi casa y por eso huimos. Yo estaba con mi familia. Somos seis: mi madre, mi padre, mi hermano, dos hermanas y yo. Vi al menos a mil personas huyendo con nosotros; parecía un mar de gente. Tuvimos que atravesar el proyecto de riego para salir, todas esas acequias y pequeños estanques. Las bombas de mortero caían a nuestro alrededor y los francotiradores nos disparaban. Algunas de las personas de edad quedaron atrás. A otras las llevaban en mantas; teníamos que llevarlas para que no se cayeran en el agua. Vi a un hombre al que la bala de un francotirador alcanzó en la pierna. Se cayó y no sé qué le pasó. Otro hombre recibió un tiro en la cabeza y murió instantáneamente, delante de mí.”
“Soran” contó a Amnistía Internacional que no había instalaciones militares cerca de su casa y que la multitud que huía estaba integrada exclusivamente por civiles.
“Jamil” también huyó de Tuz Khurmatu con su familia, hacia las 3:30 de la mañana del 16 de octubre. Explicó:
“Nos fuimos en un tractor. Era lo único que teníamos. Tuvimos que salir por una ruta que va por la montaña y el sistema de riego. Fue muy difícil, las balas nos pasaban silbando junto a la cabeza y las bombas de mortero volaban a nuestro alrededor. Estábamos muy asustados. Yo estaba con mi esposa y cuatro hijos. Cuando nos fuimos, pensé: Voy a perder mi casa seguro por el fuego y el saqueo, así que ahora tengo que cuidar de mi familia”.
“Jamil” contó a Amnistía Internacional que no había combatientes cerca de él durante su huida de la ciudad.
Ningún lugar a donde ir
De las 42 personas civiles entrevistadas por Amnistía Internacional que huyeron de la ciudad y ahora están en pueblos, campamentos y ciudades próximas, ninguna se sentía lo bastante segura como para regresar a Tuz Khurmatu. Amnistía Internacional habló con cuatro residentes de esta localidad que habían vuelto brevemente para comprobar cómo estaban sus casas o comercios, pero todos habían regresado en cuestión de horas, según dijeron, por temor por su seguridad. Los residentes de Tuz Khurmatu que habían huido de allí también informaron sistemáticamente de que ninguno de sus vecinos kurdos había vuelto a la ciudad de forma permanente después del 16 de octubre ni tenía planes de volver.
“Abbas” contó a Amnistía Internacional:
“Quiero que sepan que nosotros, como kurdos, no podemos volver a Tuz Khurmatu […] Pueden llegar en cualquier momento en un coche y llevarme, por cualquier motivo […] Si necesito obtener un documento nacional de identidad o algún documento oficial, tendría que ir al servicio de inteligencia. Si voy allí, puede que nunca regrese […] Podrían matarme o retenerme como rehén. Tenemos miedo. Y estamos seguros de que eso es lo que pasará”.
“Othman” añadió: “No volveré nunca hasta que tengamos garantías de nuestra seguridad. Incluso queman nuestras mezquitas, ¿cómo vamos a estar seguros allí?”
“La población de Tuz Khurmatu ha sufrido en los últimos años reiterados ciclos de violencia, y violaciones como éstas llevan a ciclos futuros a menos que el gobierno iraquí transmita el enérgico mensaje —no sólo de palabra, sino con acciones concretas— de que los perpetradores responderán de sus actos, se indemnizará a las víctimas y las autoridades tomarán todas las medidas posibles para proteger a la población civil desplazada”, ha afirmado Lynn Maalouf.
“Tanto la comunidad internacional como el gobierno iraquí deben destinar y enviar con urgencia ayuda humanitaria para las decenas de miles de personas que han huido de Tuz Khurmatu. También es esencial que las autoridades restablezcan rápidamente la seguridad y el Estado de derecho y creen unas condiciones que propicien el retorno sin riesgos, voluntario y sostenible de las decenas de miles de residentes desplazados”.
Información complementaria
Tuz Khurmatu ha estado bajo el control conjunto de las fuerzas del Gobierno Regional del Kurdistán, las Unidades de Movilización Popular (PMU) y la policía local hasta que, el 16 de octubre, las fuerzas gubernamentales iraquíes, con el apoyo de algunas facciones de las PMU, tomaron el control de la ciudad. Tiene una población multiétnica de más de 100.000 habitantes integrada por personas kurdas, turcomanas y árabes. La ciudad viene siendo escenario de enfrentamientos esporádicos y de violencia entre comunidades desde 2003.
Los enfrentamientos más recientes se habían producido entre octubre de 2015 y enero de 2016, cuando las fuerzas peshmerga y miembros de las milicias turcomanas chiíes mataron, hirieron y secuestraron a civiles y destruyeron cientos de viviendas y comercios.
Fuente: https://www.es.amnesty.org