La concejala de Turismo y Artesanía, Rosana Rodríguez, ha asistido este sábado a la reapertura del Convento de Santa Clara, un espacio museístico que ha definido como “una nueva experiencia patrimonial, artística y espiritual para la ciudad”. Gestionado por la comunidad de religiosas clarisas, el espacio se suma desde este fin de semana a la oferta cultural de la capital regional.
Por su parte, el consejero de Educación, Cultura y Deportes, Ángel Felpeto, ha manifestado que los Servicios Centrales de Cultural de la Junta de Comunidades “siempre trabajarán de la mano con los titulares de los conventos para la conservación de estos espacios”.
En un marco único, como es la zona conventual y de los cobertizos en pleno Casco Histórico, el recorrido por estas instalaciones permitirá al visitante conocer cómo es la vida contemplativa y en clausura, así como la importante colección de arte que los siglos han legado al Convento de Santa Clara.
La inauguración se ha llevado a cabo tras la eucaristía que ha presidido el arzobispo, Braulio Rodríguez, en la iglesia conventual que cuenta con dos naves y uno de los retablos de principios del siglo XVII con óleos de Luis Tristán. El convento abrirá todos los sábados de mes en horario ininterrumpido durante todo el día.
Con la reapertura del Convento de Santa Clara la ciudad gana un nuevo espacio para visitar y conocer enclaves únicos como el Patio del Naranjo y el Claustro de los Laureles. En el primer espacio podrán apreciar en solado las losas de granito góticas descubiertas tras la última intervención del Consorcio de la Ciudad de Toledo, junto a tres brocales y pilas de diferentes etapas históricas. Una visión enriquecida con la vanguardia que el arquitecto local Jesús Corroto plasmó en 2014 en la verja que a modo de celosía comunica visualmente el Claustro de los Laureles con el Patio del Naranjo, inspirada en las yeserías mudéjares que se conservan en esta zona.
Este convento es el primero de franciscanas fundado en la ciudad. La historia cuenta que Diego Alfón de Toledo era dueño de un palacio o ‘casas grandes’ antes de 1292, adquiridas por María Meléndez, que en 1358 amplía con otras casas colindantes. Al no tener sucesión, dona sus posesiones a la comunidad de Santa María y San Damián. La comunidad se instala en estas casas en 1373. Este nuevo convento se autoriza por Bula Pontificia el año anterior, siendo el arzobispo Gómez de Manrique el fundador del monasterio llamado desde entonces de Santa Clara.