El conflicto en Sudán del Sur ha contribuido a la hambruna, la crisis nutricional, enfermedades y desplazamientos y ha provocado que casi 2 millones de niños no vayan a la escuela
Siempre recordaré aquella noche de diciembre de 2013. Mi familia ya había cenado y pasábamos un rato repasando cómo había ido el día antes de irnos a la cama. Unos 30 minutos más tarde, escuché disparos. Pensé que eran los disparos habituales que a veces se escuchan en Juba, pero esta vez continuaron durante toda la noche. En algún momento, mi padre nos reunió en una habitación y nos pidió dormir en el suelo, por seguridad. Fue una noche muy larga; anhelaba el amanecer pensando que los disparos se detendrían, pero no fue así. Por la mañana, nada había cambiado. Mi padre recibió una llamada de mi tío que le contó que había combates y que gente de mi etnia estaba siendo atacada.
Nunca había visto a mi padre tan devastado como aquella mañana, cuando reunió a la familia y nos dijo que teníamos que refugiarnos en el centro de desplazados de Naciones Unidas. Nos advirtió de que, tal vez, no llegáramos al campamento; pero acordamos permanecer fuertes y no perder la esperanza.
Con el corazón abatido, dejamos nuestra casa y todas nuestras pertenencias y partimos hacia el centro en el coche de mi padre. En el camino pude ver varios cadáveres al borde de la carretera y gente arrestada por hombres con uniformes militares. Nuestro coche fue detenido varias veces por los soldados, pero nos dejaron continuar porque mi padre hablaba su idioma. Cuando llegamos al complejo de la ONU, mi padre nos dijo que entráramos y esperáramos mientras él iba a comprar algo de comida. Prometió unirse a nosotros inmediatamente, pero esa fue la última vez que lo vimos. Oímos rumores de que fue asesinado a unos metros de la puerta del propio refugio.
Conflicto en Sudán del Sur: estudiar en Uganda
Me vi obligado a dejar a mi familia para ir a la escuela en Uganda. Estudié allí hasta julio de 2016, cuando volvieron a estallar los enfrentamientos en Sudán del Sur. Escuchaba hablar de tiroteos, artillería pesada y hasta aviones de combate en Juba. No podía dormir ni concentrarme en la escuela porque estaba muy preocupado por mi familia. Tuve que volver para estar con ellos. Sentía que era mejor para mí estar con ellos que estar preocupado todo el tiempo. Dejé la escuela y regresé a Juba. Desde entonces he estado estudiando en una escuela apoyada por UNICEF en el campamento de desplazados. Ahora estoy en nivel 7 y espero completar mi educación primaria el próximo año.
Solo en 2016 desde UNICEF hemos contribuido a brindar educación a 11,7 millones de niños en situaciones de emergencia en todo el mundo. Queremos seguir ampliando nuestra respuesta y llegar mucho más lejos. Pero te necesitamos. ¡Ayúdanos a ayudar a los niños de Sudán del Sur y a otros tantos niños en situación de emergencia!
Fuente: https://www.unicef.es