Una de las canciones más conocidas del cantautor cubano Silvio Rodríguez es “Óleo de una mujer con sombrero”. Nosotros podríamos haber descrito esta fotografía como “Retrato de una mujer con sombrilla”. Porque eso es lo que observamos al contemplar esta imagen a simple vista. Junto a su borde inferior, aparece una breve frase manuscrita en la que alguien, posiblemente la retratada, pregunta ¿Me conoces?
¿La podemos conocer? ¿Qué nos dice la foto sobre ella?
Lo primero que observamos es que es un retrato de una mujer joven de clase acomodada, de entre 25 y 30 años, realizado en un estudio fotográfico en una época de buen tiempo, tal vez en la primavera. Está de pie, junto a una silla de madera, en la que apoya una de sus manos. En la otra porta, en una postura poco natural, una alegre sombrilla. La joven, vestida con una blusa blanca de cuello alto y de manga larga en la que se observan bordados y puntillas, y con una oscura falda larga de cintura alta, no mira a la cámara. Su mirada parece perdida. Pero con ella acentúa aún más su belleza. Lleva el pelo recogido con un peinado de estilo eduardiano, de moda a principios del siglo XX. Un colgante en forma de relicario destaca sobre su pecho.
La vestimenta y el peinado nos ayudan a datar con cierta aproximación la fotografía, aunque nada nos dice la imagen sobre el lugar en el que fue realizada y sobre la identidad de la mujer. Pero tenemos nuevas pistas si examinamos el reverso de la foto. Lo primero que observamos en él es que el soporte utilizado es un cartón fino sobre el que se han impreso las palabras “Tarjeta Postal”, “Unión Universal de Correos” y “España”. Bajo esos breves textos aparecen dos apartados, uno para “Correspondencia” y otro para “Dirección” separados por una línea vertical. Y esto es de gran importancia para su datación porque los reversos divididos en las postales se extienden a partir del año 1906, tras el acuerdo alcanzado en diciembre de 1905 por los países integrantes de la Unión Postal Universal. A partir de entonces, muchos fotógrafos utilizaron este tipo de soporte para hacer copias en papel de los retratos que realizaban, alentados por su formato y su bajo precio.
Pero su utilización no singularizaba al autor de la instantánea. Por ello, en la que describimos, el fotógrafo quiso incluir en ese reverso un sello entintado que lo identificaba. Así sabemos que la foto fue tomada en Toledo por “C.A.”. Y esas son las siglas utilizadas por Casiano Alguacil en algunos de los retratos que conservamos en el Archivo.
Y si la foto fue obra de Casiano Alguacil sería efectuada en su estudio, ubicado en el número 6 de la calle del Comercio, después de 1905. Casiano moriría en 1914 con 82 años de edad, pero desde finales de 1908 su salud se vio muy mermada, cerrando su negocio fotográfico a principios de 1909. Con esta información, el retrato de la joven con sombrilla pudo ser hecho entre 1906 y 1908.
En su reverso hay otro dato esencial para nuestras pesquisas. Un nombre escrito a mano con bella caligrafía, “Sra Candelas Amador de Hijas” ¿Es el de la joven retratada? Y, si lo es, qué conocemos de ella.
Para seguir progresando en nuestra investigación teníamos que utilizar otros recursos. En la página web del Archivo, y a disposición de todos, podemos consultar centenares de miles de páginas de documentos, libros, revistas, fotos…, seleccionando el apartado de “Descargar documentos”. En esta ocasión, en una línea de búsqueda escribimos “Candelas Amador” y obtuvimos un único resultado. En el Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Toledo de 1 de abril de 1941 aparecía ese nombre, indicando que esa persona era la tesorera de la Junta Diocesana de la Propagación de la Fe. Lo interesante es que junto con la mención de “Candelas Amador”, se recogía que era “Viuda de Hijas”. O sea que Hijas no era su apellido, sino el de su marido. Y esto era habitual en la manera de reflejar en la época los nombres de las mujeres casadas. Los datos básicos que las identificaban (nombre y apellido) solían ir acompañados de la preposición “de” seguida del apellido de sus maridos.
Para saber quién estaba detrás de ese apellido nos aprovechamos de los conocimientos de Rafael del Cerro Malagón. Al comentarle la historia, Rafa, nuestro maestro, nos dijo que había habido una persona apellidada Hijas que fue director de un periódico, en concreto de El Heraldo Toledano, impreso entre 1897 y 1899. Al examinar el contenido de ese diario averiguamos su nombre completo, Pedro Martín de Hijas. Ahora solo nos faltaba asegurarnos de esa relación entre Candelas y Pedro. Y para ello utilizamos los libros registro del cementerio de Toledo que están informatizados. Y así comprobamos que efectivamente compartían sepultura Pedro Martín de Hijas y Cerezo fallecido el 19 de enero de 1923, de gripe, cuando contaba con 56 años, y su mujer Candelas Muñoz-Amador Herrero, muerta en 1951 a la edad de 71 años.
En la esquela difundida en El Castellano, de 19 de enero de 1923, que también podemos consultar en la web del archivo, se nos dan datos sobre la trayectoria de su marido. Había sido abogado, oficial primero de la Diputación Provincial y gobernador civil de Navarra. Por ese texto sabemos también que era padre de tres hijos llamados Justina, María y Pedro, y tenía dos hermanos, Antonio y Alejo. Las misas por su alma se realizarían en Oropesa, Hervás, Pamplona y Toledo. Esas cuatro ciudades habían tenido relación con su existencia.
Los Martín de Hijas procedían de Oropesa. Pedro había nacido allí hacia 1866 y en esa localidad toledana, cercana de Talavera de la Reina, moriría su madre Justina Cerezo en 1903.
De la vida de Pedro hay abundante información en periódicos de la época y en diferentes archivos. Estudió bachiller en el Instituto de Toledo continuando su formación en Madrid en donde cursó la licenciatura en Derecho Civil y Canónico por la Universidad Central. A principios de la década de 1890 ya está de nuevo en Toledo participando en distintos proyectos periodísticos y logrando en 1902 una plaza de Oficial en la Diputación Provincial, trabajo que compaginó con su actividad como letrado. No en vano llegó a ser secretario del Colegio de Abogados y de otras instituciones toledanas. Sus posiciones conservadoras y su prestigio en su actividad profesional motivaron que fuera nombrado por el presidente Antonio Maura como gobernador civil de Navarra. Y lo fue durante pocos meses, entre septiembre de 1921 y marzo de 1922, el corto periodo del último mandato de Maura al frente del Consejo de Ministros.
No nos interesa ahora la biografía de Pedro Martín de Hijas. Lo que queremos conocer es qué fue de su mujer, de Candelas. Pero debemos resaltar que la presencia de las mujeres en las fuentes documentales conservadas de ese periodo y anteriores es muy pobre.
En todos los documentos examinados referidos a Pedro. solo una vez, además de en la esquela mortuoria, se menciona a Candelas. En un diario de septiembre de 1921 se daba cuenta de que marchaba con sus hijas acompañando a su marido en su nuevo destino como gobernador civil.
Es importante que volvamos a nuestra protagonista. Y un recurso documental igualitario es el padrón municipal. En él se recogen todos los habitantes de la ciudad. Pero los recuentos realizados en Toledo, entre 1869 y 1930, fueron destruidos en los primeros años del franquismo para convertirlos en pasta papelera. Al conocer que Candelas había fallecido en 1951 hemos examinado el contenido del realizado en 31 de diciembre de 1950, y en concreto la hoja padronal del número 6 de la calle de la Sinagoga. Este dato es el que figura como domicilio de su marido en los censos electorales previos a su fallecimiento. Y allí encontramos a Candelas, apellidada Muñoz-Amador y Herrero. El padrón nos indica que había nacido el 6 de agosto de 1880 en la localidad cacereña de Hervás. Sabía leer y escribir y llevaba viviendo en Toledo cuarenta y cinco años. Y si esto era cierto residía en nuestra ciudad desde 1905. Por lo que la fotografía analizada debió ser realizada poco tiempo después de su llegada a Toledo, en fechas muy próximas a la celebración de su matrimonio con Pedro, que era catorce años mayor que ella.
Este tipo de enlaces, con esa diferencia de edad, no era inhabitual entre las clases acomodadas. Y los documentos analizados nada nos aportan sobre cuándo y dónde se conocieron. Tampoco tenemos constancia de la fecha concreta del enlace entre Pedro y Candelas, pero su primera hija, llamada Justina, nació en Madrid el 27 de diciembre de 1906 por lo que presuponemos que debieron contraer matrimonio a finales de 1905 o primeros meses de 1906. Por entonces el domicilio familiar en Toledo se encontraba en el número 2 del Corral de Don Diego. Después nacerían sus otros dos hijos María del Sagrario y Pedro. La primera, que vino al mundo el 24 de mayo de 1908, vivió con su madre hasta la muerte de ésta en 1951, disfrutando de una larga vida. Su hijo varón, Pedro Martín de Hijas Muñoz, nació años después que su hermana. Estudió Derecho, como su padre, y alcanzó un notable éxito en su carrera como jurista llegando a ser presidente de una de las salas del Tribunal Supremo. Pero esto ya no lo vio nuestra Candelas. En lo que sí estaría presente fue en el enlace de su hija Justina con otro joven abogado llamado Agustín Conde Alonso, celebrado en la Catedral de Toledo el 5 de abril de 1929.
Entendemos que siendo viuda con tan solo 43 años, tras la muerte de su marido en 1923, dedicó el resto de su vida a atender a su familia y a administrar sus bienes, apoyada en sus profundas creencias religiosas. Murió el 3 de junio de 1951 en su domicilio familiar, en el número 6 de la calle de la Sinagoga, en donde habían residido no sabemos si de continuo desde, al menos, el año 1919.
Posiblemente estas líneas son muy insuficientes para llegar a conocer a Candelas Muñoz-Amador Herrero. Pero al menos han intentado dar respuesta a la pregunta que formuló en su retrato realizado por Casiano Alguacil, en la primavera de 1906, y que se conserva en la actualidad en la colección Alba del Archivo Municipal de Toledo. En ella se encuentra también otra foto de Candelas, realizada en 1932, en compañía de sus nietas Carmen y Pilar Conde, cuando contaba con cincuenta y dos años de edad.
Mariano García Ruipérez
Archivero Municipal de Toledo