En el documento leído por Ángel Felpeto se reconocen los “importantes avances” en materia social, legislativa y jurídica que se han producido en los últimos años, pero para abordar el fenómeno de la violencia de género “no basta sólo con la promulgación de leyes, tiene ésta un carácter estructural y se manifiesta en distintos ámbitos:
• La violencia física, verbal y psicológica en la pareja, en numerosas ocasiones con resultado de muerte.
• La discriminación laboral por razón de género, con salarios diferentes para puestos de trabajo idénticos; la amenaza de la pérdida del empleo por la imposibilidad de conciliar la vida personal y laboral.
• El miedo a poder ejercer los derechos reproductivos inherentes a cada mujer.
• La explotación sexual enmascarada como trabajo y la permanencia de la esclavitud por dicho motivo en pleno siglo XXI.
• El rechazo al a libre manifestación de la orientación sexual o la identidad de género.
• La miseria como arma de destrucción masiva para las aspiraciones de desarrollo pleno de las mujeres”.
Por eso, “es necesario ir a la raíz del problema: la persistencia de desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, las múltiples formas de discriminación que, aún hoy, sufren las mujeres. Es ineludible provocar cambios profundos en los valores sociales y culturales que perpetúan la subordinación de la mujer con respecto al hombre”.
La violencia “es posible porque gran parte de la sociedad mantenemos algún tipo de complicidad y cierta tolerancia hacia ella. Ya sea por miedo, por egoísmo, por rencor o por una malentendida solidaridad masculina, lo cierto es que muchos de nosotros y nosotras no hacemos lo suficiente para acabar con la violencia de género. Lo cierto, es que muchos de nosotros y nosotras, sencillamente, no hacemos nada.
La violencia ¬–continúa el manifiesto- existe en el seno de una sociedad, es la suma de las violencias individuales de cada uno de sus miembros; la que cada una de las personas que la componen genera y la que es capaz de tolerar y asimilar. Cada gesto, actitud o comentario peyorativo y discriminatorio contra las mujeres aumenta la permisividad y abre el camino hacia los malos tratos.
Como cada día, como siempre, en este mismo momento, millones de mujeres están siendo maltratadas. Y, ante esto no podemos seguir callando, pretendiendo no tener responsabilidad moral ante las víctimas”.
Por último, se recuerda que la ciudad de Toledo “desea poner freno a la violencia, y para ello cuenta desde octubre de 2010 con el primer Plan de Igualdad efectiva de mujeres y hombres, un compromiso político y de la ciudadanía por la igualdad, por la coeducación, por la corresponsabilidad, por el empoderamiento de las mujeres y por la transversalidad”.
Ángel Felpeto ha concluido asegurado que el silencio “nos hace cómplices, alza tu voz: ¡No a la violencia de género!”.