La plaza del Ayuntamiento ha acogido este miércoles el acto institucional del Día del Daño Cerebral Adquirido, que se celebra cada 26 de octubre y que ha sido organizado por la Asociación del Daño Cerebral Sobrevenido de Castilla-La Mancha (ADACE), con la colaboración del Ayuntamiento de Toledo.
El concejal de Servicios Sociales, Javier Mateo, y la concejala de Familia, Maite Puig, han respaldado junto con otros miembros de la Corporación municipal este acto reivindicativo y solidario destacando “el papel fundamental e importante” que desarrolla ADACE Castilla-La Mancha no sólo en la prevención, sino en el seguimiento y acompañamiento de aquellas personas que viven con daño cerebral sobrevenido y sus familias, ha manifestado Mateo.
De otro lado, la presidenta de ADACE, Ana Cabellos, ha expresado que la celebración de este día supone “poner en valor a los trabajadores y usuarios” de la asociación –que cuenta con 14 años de andadura y ocho centros- y ha reivindicado la “integración social plena” de las personas con daño cerebral.
Con motivo de esta efeméride, en la jornada de hoy se han desarrollado diferentes eventos en la plaza del Ayuntamiento como la instalación de un circuito de accesibilidad que recrea las condiciones en que se maneja una persona con esta dolencia, la lectura de un manifiesto y unas migas solidarias.
Además, ayer se rindió homenaje a la fundadora de ADACE, Carmen Cabellos, ya fallecida, un acto que contó con la presencia de la concejal de Accesibilidad y Familia, Maite Puig.
Reivindicaciones
Entre las reivindicaciones que plantean desde ADACE CLM y la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE) se encuentra la reclamación de respuestas “coordinadas y adecuadas” a las necesidades de este colectivo en los ámbitos sanitario y social. Además, piden un criterio diagnóstico de Daño Cerebral Sobrevenido al alta hospitalaria para prescribir y garantizar la rehabilitación funcional, con un marco de continuidad asistencial y recursos especializados suficientes.
En último término, urgen un análisis de las necesidades de la población con daño cerebral, para abordar y regular su estructura y funcionamiento y, también, evitar la exclusión y el aislamiento de las familias así como la “complicidad” de la sociedad para “romper barreras que dificultan la normalización social”.
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