Hace unos días ingresó en el Archivo Municipal, por donación efectuada por César del Puerto, un cuadro que protege una lámina impresa que incluye un espacio de forma ovalada, de 14 x 8 cm, en el que aparece inserto el retrato de una persona, en blanco y negro. Estaba en una casa toledana que había adquirido recientemente. Y para que no se perdiera de manera definitiva César entendió que el Archivo era un buen lugar para su conservación.
La imagen incluida es un retrato de medio cuerpo de Adoración Gómez Arroyo. Su nombre es de los pocos, como el de Pilar, que sirven para denominar tanto a hombres como a mujeres. La lámina en la que se inserta fue realizada por “Ediciones Casa Sabater” de Zaragoza, posiblemente poco después de acabada la Guerra Civil, y debió comercializarse entonces por buena parte de España, con la autorización del Servicio Nacional de Propaganda. Las familias que habían sufrido la pérdida de un ser querido, apoyando a las tropas del general Franco, las utilizaron para su recuerdo. Solo tenían que escribir el nombre del finado y la fecha del óbito en el espacio correspondiente. Estos datos estaban acompañados de otras palabras impresas. Así, en concreto, en la que comentamos se puede leer el siguiente texto: “Don Adoración Gómez Arroyo dio su vida por Dios y por la Patria el día 5 de agosto de 1936” precedido de “Descanse en Paz”. Bajo la foto figura la frase “Piadoso recuerdo de la familia del finado”.
Poco sabemos de Adoración aunque de su fallecimiento se hizo eco hace unos años un libro sobre la Falange en Toledo. Había nacido en Ventas con Peña Aguilera en los primeros años de la década de 1890. Estaba casado con Juana Medina García y tenían dos hijos, Gabriela y Juan. No sabemos la fecha en la que se trasladó con su familia a Toledo pues las fuentes son contradictorias. Lo que sí es cierto es que al inicio de la Guerra Civil regentaba un estanco en la calle Comercio 64, muy cerquita de Zocodover.
Era amigo del capitán Vela Hidalgo y, al parecer, el 21 de julio de 1936 acudió al Alcázar con suministros de tabaco para los sublevados. Un grupo de milicianos le sacaron de su casa días después. Y nunca más volvió. Historias como la de Adoración se repitieron esos días y esos años en las dos Españas.
Mariano García Ruipérez