Recordar y honrar a nuestros difuntos es un sentimiento profundo y arraigado en el ser humano desde la noche de los tiempos. Todos somos conscientes de que la muerte es el desenlace final al que está abocada nuestra existencia. Tarde o temprano terminaremos siendo “polvo, ceniza y nada”, como figura en algunas lápidas sepulcrales. El recuerdo de los seres queridos, que ya no están con nosotros, es un sentimiento irrenunciable. “Polvo serán, mas polvo enamorado” como se señala en un famoso verso de Quevedo. Por eso seguirán “vivos” mientras permanezcan en nuestra memoria, hasta que mueran las últimas personas que les conocieron. Y cuando esto ocurra, sus nombres seguirán apareciendo en las inscripciones de nichos y sepulturas y en los libros registro de los cementerios.
Con esta nueva exposición virtual, y aprovechando la cercanía del 2 de noviembre, día de los difuntos, celebrado no solo por la iglesia católica, queremos recoger esta tradición tan nuestra, tan de todos, y ofrecer varias de sus manifestaciones utilizando recursos disponibles en el Archivo Municipal.
Un magnífico conjunto de “Esquelas”, datadas entre 1855 y 1977, y cuatro “oraciones fúnebres” pertenecientes a la Colección de Luis Alba, nos permiten conocer la manera en que se ha noticiado la muerte en nuestra ciudad. Costumbre que se sigue realizando hoy día. Como bien sabemos, las esquelas se colocaban en lugares públicos bien visibles o, incluso, se entregaban en mano a amigos y a familiares o se reproducían en la prensa de la época, previo pago. Su estructura informativa es muy característica.
Entre todos los documentos que anuncian la muerte de un ser querido adquiere un valor único el folleto intitulado “In memoriam” que el músico Gabriel Melitón Baños dedicó a su hijita a principios del siglo XX. De su motivación incluimos un texto independiente.
Junto con estos dos bloques, la exposición “Noticiar la muerte en Toledo…” incluye otros bien diferentes. Uno de ellos está dedicado al cementerio general existente en Toledo entre 1836 y 1924 con fotografías bastante desconocidas. Del cementerio actual hemos querido incluir varios textos que explican su origen, los tres reglamentos que han establecido su funcionamiento, y un conjunto de fotos de las lápidas de las sepulturas de personalidades toledanas significativas.
La historia de los cementerios toledanos, al menos en los dos últimos siglos, es deudora de los trabajos de Rafael del Cerro Malagón, al igual que esta exposición. La Colección de Luis Alba nos ha permitido reproducir las esquelas, y suyas son las fotos reproducidas de las sepulturas y del cementerio de la Vega. A uno y otro nuestro continuo agradecimiento.
En la realización de esta exposición, especialmente en los trabajos de digitalización de las esquelas y en el tratamiento de las imágenes, hemos contado con la ayuda generosa y cualificada de Laura Mora Millán, alumna en el Grado de Humanidades de Toledo.
Por último, queremos dedicar esta sencilla exposición a Fernando Martínez Gil, historiador, escritor y profesor en esa misma Facultad, por su reciente jubilación. Pocos saben que Fernando fue empleado del ayuntamiento de Toledo entre 1981 y 1983, antes de iniciar su carrera docente. A él se deben algunos de los mejores textos sobre esta temática puesto que su tesis doctoral lleva por título el de “Muerte y Sociedad en la España de los Austrias”, con especiales referencias a la ciudad de Toledo.
Mariano García Ruipérez
Archivero Municipal de Toledo